Violencia psicológica

La violencia psicológica es la más común de las formas de violencia. Según encuestas realizadas en México, el 76% de los jóvenes con edades comprendidas entre 15 y 24 años han padecido este tipo de violencia. Si bien no deja marcas evidentes en el cuerpo, genera, a nivel emocional secuelas importantes que perduran a través de los años.

 

Se llama violencia psicológica a todo aquel comportamiento o actitud que tiene como objetivo controlar, dominar, manipular y humillar al otro mediante el uso de la intimidación, el miedo, la vergüenza, la culpa y la negación. Esto quiere decir que todas aquellas acciones que busquen el control y la manipulación podrían catalogarse en esta categoría. Si bien, solemos hablar de ésta principalmente en las relaciones de pareja, también puede presentarse en otro tipo de relaciones, especialmente en aquellas donde existe una jerarquía, como jefes, padres, etc.

 

Identificarla no suele ser sencillo, pues las conductas tienden a ir escalando poco a poco, y muchas veces vienen acompañadas de ciclos de perdón que hacen de menos los actos violentos, y por lo tanto pasan por alto. Algunas de las conductas de violencia psicológica que suelen presentarse al inicio de este ciclo son: revisar el celular, monitorear constantemente dónde y con quién se encuentra el otro, invalidar sus logros, metas y pensamientos, descalificar en público su forma de vestir o físico, prohibir amistades o relaciones familiares, limitar el acceso al dinero o al internet, controlar las decisiones de otro o descalificarlas.

 

Cuando la violencia psicológica ha escalado la misma suele tener una manifestación más clara, y entonces sus formas pueden clasificarse de la siguiente manera:

  1. Manipulación: en esta manifestación de la violencia, el agresor intenta limitar las decisiones de la otra persona, y orillar las mismas a su voluntad.

  2. Humillación: consiste en hacer comentarios negativos del otro en público.

  3. Amenazas: en este tipo de violencia psicológica el agresor utiliza un supuesto de acción perjudicial para otro para convencerlo de abandonar cierto pensamiento o conducta.

  4. Invalidación emocional: este tipo de violencia sucede cuando el agresor minimiza las emociones y acciones de la otra persona, haciéndo entender que es poco relevante o importante.

  5. Prohibición: consiste en vetar el derecho de realizar acciones cotidianas o de frecuentar personas importantes para el agredido.

  6. Gaslighting: en esta práctica el agresor distorsiona la realidad buscando confundir a la víctima. Consiste en dar y quitar atención a conveniencia del agresor.

 

¿Quién es el agresor?: Una mirada desde el género.

Cuando llegamos al punto de identificar qué persona perpetúa la dinámica de violencia psicológica, no podemos perder de vista el análisis de género. Esto no quiere decir que todas las personas agresoras son de un género determinado, pero si existe una predominancia de estas conductas de acuerdo a roles y reglas asociadas al género. De tal manera que, existen hombres, mujeres y personas trans y no binarias que puedan replicar estos comportamientos, pero las reglas patriarcales de la masculinidad rígida (asociada a la dominancia, violencia, poder, etc.), suelen ser el caldo de cultivo ideal. Y dichas reglas patriarcales son perpetuadas por cualquier persona independientemente de cómo se identifique. Partiendo de ello, podemos analizar con mejor perspectiva el perfil de la persona que agrede psicológicamente. Aclaramos aquí que con perfil, en vez de utilizar etiquetas que poco o nada describen acerca de la realidad, y que seguramente encontrarás por montones si googleas “perfil del agresor psicológico”, intentaremos profundizar en los elementos contextuales de conducta que llevan a un agresor psicológico a perpetuar dichos comportamientos. 

¿Cómo se llega a hacerle tanto daño a alguien que amas? En principio tenemos que recordar que cualquier conducta que se repita, está siendo reforzada y la violencia psicológica no es la excepción. El agresor agrede porque puede hacerlo en ese contexto. Además, quien agrede seguramente tendrá un historial de consecuencias en las que hacer de determinada manera le llevó a obtener los resultados esperados. Junto con eso, existe una serie de elementos contextuales y sistémicos (culturales, legales, sociales) que no sólo le permiten sino que además le refuerzan conductas vinculadas al dominio y al poder. Por ello mencionamos anteriormente el tema del género, ya que no podemos perder de vista la socialización abismalmente distinta que reciben las personas que son reconocidas como hombres a las personas que son reconocidas como mujeres. Y claro, una persona a la que sistemáticamente se le exige ser dominante e imponente, cuyo repertorio de aprendizaje contiene reglas rígidas acerca de cómo debería comportarse ante las demás personas y cómo las demás deberían comportarse ante su presencia, cuando la cosa no vaya como quiere (ej: su pareja utilice una ropa que no considera “adecuada”, no le responda las llamadas cuando él lo desea o no sepa en que lugar se encuentra en ese preciso momento) buscará los medios para controlar la situación. Cueste lo que cueste. 

Nuevamente aclaramos aquí que no nos estamos refiriendo a que “los hombres” son los maltratadores psicológicos por ser hombres, sino que las reglas rígidas de masculinidad y aprendizajes ligados a cómo deberían ser los hombres (vinculadas al poder, dominancia, etc.) favorecen este tipo de dinámicas y pueden ser perpetuadas por cualquier persona, independientemente su género.

Este punto nos lleva a una pregunta que nos suelen hacer en la clínica: ¿La persona que agrede cambiará? ¿Dejará algún día de violentar psicológicamente? La respuesta a esta pregunta es como casi todas las que respectan a la conducta humana es: depende. Las conductas de violencia psicológica, como cualquier otra conducta, son sujetas a cambio. Es decir, entendiendo los mecanismos que la refuerzan, los contextos que la detonan y el debido análisis funcional de la misma, podemos poner en marcha alternativas de respuesta que lleven a la persona hacia otros comportamientos. El problema de esto es que para que exista un cambio sustancial en el comportamiento, es necesario que el entorno cambie. Y cuando nos topamos con discursos sociales y prácticas que, lejos de cuestionar la rigidez del modelo patriarcal lo refuerzan, la cosa se pone difícil. Mientras siga existiendo una exaltación de la dominancia y el poder como maneras de ser deseables sin considerar el impacto que tienen en el entorno y las narrativas sociales repliquen estas reglas rígidas, difícilmente llegamos a otro puerto. ¿Y la terapia ayuda? Claro, si la persona quiere modificar estos aprendizajes. Sin embargo, dificilmente una persona va a querer cambiar cuando lo más fácil es adecuarse al modelo social que me presentan (economía del comportamiento) y cuando cambiar implica también perder los privilegios que se obtienen al replicar las conductas violentas.

Entonces, ¿qué hacer si estoy en una relación que presenta violencia psicológica? En primera instancia, sal de ahí. La violencia no suele ser un elemento aislado que se presenta una vez y nunca más, sino representa el inicio de lo que será seguramente una escalada: inicia con violencia psicológica y escala a violencia física y hasta el feminicidio. Así que todo lo que tus emociones te indican de incomodidad y malestar cuando eres víctima, es porque te están alertando que algo malo está pasando y es importante que te pongas a salvo. Otro elemento fundamental es mantener cerca a tu red de apoyo. Una forma de violencia psicológica es aislarte de tu red para que en esa soledad, sientas que no tienes alternativa más que quedarte. Por ello, no te alejes y si te alejaste, búscales. Siempre habrá una mano amiga que te acompañe en esos momentos. Si lo consdieras necesario, busca apoyo profesional y consulta  con una terapeuta que trabaje con enfoque de género. Te sorprenderías de cómo muchos psicólogos y psicólogas replican prácticas patriarcales en consulta, por lo que es importante que te acompañes de alguien que genere un espacio seguro para ti.

Algunas prácticas que puedes tomar en cuenta.

Es importante considerar que cualquiera puede llegar a ser una víctima de violencia psicológica, la sociedad suele proponer que solamente las personas con ciertas características pueden ser víctimas (por ejemplo, baja autoestima)  y no es del todo cierto, pues las dinámicas de violencia psicológica empiezan como una bola de nieve una pequeña falta de respeto, un comentario negativo y devaluativo, un gesto de control escondido bajo “me interesas o es porque te quiero”, etc. Estas acciones no suelen ocurrir una tras o otra, suelen presentarse forma espaciada y cuando la víctima suele darse cuenta es porque experimenta ansiedad, desesperación, culpa, temor y vergüenza; pero suele tener esperanzas, guarda silencio y prolonga el sufrimiento.  Desafortunadamente la víctima no se da cuenta del alto peligro que corre y cuando al fin se percata cree no tener salida y no sabe qué hacer ni a quién acudir. 

 

Por ello es importante que todos aprendamos sobre la violencia psicológica, porque el punto clave está en la prevención. Si deseas prevenir ser víctima de violencia psicológica ten en cuenta los siguientes puntos: 

 

  • Desarrolla y fortalece tu inteligencia o agilidad emocional, tus emociones suelen ser la alerta que algo está mal en la forma que te habla, cómo se comportó o qué hizo, o qué te dijo esa persona. Las emociones básicas que serán tu alerta son: enojo, miedo, frustración, tristeza, desagrado, preocupación, ansiedad y estrés 

  • No tomes las señales y avisos a la ligera y busca ayuda si sientes miedo. No se debe sentir miedo en una relación. 

  • Habla de tu relación con otras personas, construye círculos de apoyo sanos y escucha su perspectiva.   

  • Observa en tu pareja los cambios en su comportamiento, palabras, mensajes, acusaciones y otras, todo ello evidencia la agresión. También, observa cómo controla sus emociones el enojo, los celos, el miedo o la preocupación. Si te reconoces a ti misma justificando su comportamiento en tu mente o con alguien más, es una alerta de tu adaptación. 

  • Prepara un plan: si me llego a descubrir en una relación abusiva qué haré. 

  • Busca ayuda profesional, te permitirá expresar en voz alta lo que vives, identificar tus emociones y validarlas, ello te empodera para salir de esa dinámica. 

 

Permanecer en una relación donde existe violencia psicológica afecta en todas las áreas de realizarnos como personas, afecta tu salud mental (emocional, ánimo, comportamiento, hábitos, amor propio, entre otras), salud física, tus relaciones interpersonales y tu rendimiento en general.  Después de varias semanas o meses podemos llegar a desarrollar trastornos mentales como: depresión o ansiedad.  

 

Debido a que es una dinámica que ha ido desarrollándose en el tiempo como violencia psicológica y que la adaptación a diversas conductas se va dando poco a poco, es importante asistir a terapia psicológica. Pero déjanos explicarte con una metáfora: Los dos escaladores. Imagina que yo estoy escalando mi propia montaña y tú, podrías hacerme indicaciones sobre el camino que me espera a mí. Mi única ventaja con respecto a ti durante la terapia psicológica será la perspectiva y la distancia. Aunque hay cosas que yo no puedo saber sobre tu montaña, me las contarás. Aunque yo te pueda aconsejar sobre el camino que veo, no subiré la montaña por ti. Tú tienes la tarea más difícil. Pero esta difícil tarea con alguien que te aporta desde una perspectiva científica y objetiva (psicólogo) se facilita.

 

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Autoras 

Luchi de León 

Scarlette Muñoz 

Inés Zepada