Es común escuchar cómo los seres humanos necesitamos vínculos y relaciones para vivir sanamente. En este contexto las relaciones de pareja tienen una relevancia especial al ser elegidas por el individuo, con el fin de que las mismas sean a largo plazo compartiendo metas y logros. Es entonces importante reconocer y trabajar para que todas nuestras relaciones, pero especialmente las de pareja nos generen bienestar, y funcionen de manera saludable siendo de crecimiento para ambos miembros.
Las redes sociales nos han permitido acceder a mucha información acerca de todos los temas existentes, y los vínculos humanos no son la excepción. Sin embargo, también ha resultado que entre tantos “red flags”, etiquetas y supuestas recetas para alcanzar la “plenitud en tus relaciones”, fácilmente perdamos el norte acerca de cómo establecemos vínculos afectivos sanos. Hacemos alusión a que al decir vínculos afectivos hablamos de vínculos afectivos sin importar el modelo relacional en el que te encuentres (monogamia o modelos relacionales no monógamos). ¿Qué es entonces aquello que debe existir en nuestras relaciones afectivas para que podamos considerarlas sanas?
En términos de comportamiento, construir un vínculo sexo afectivo saludable supone crear un contexto de interacción en el que los costes de la misma no superen los intercambios apetecibles. Es decir, que lo que aporta en la vida de quienes le integran sea más que aquello que les desgasta. Porque si, sabemos que las interacciones humanas requieren un esfuerzo y trabajo para que sean sostenibles en el tiempo, pero el desgaste no puede ser mayor al beneficio que otorgan. Tal vez te preguntes ahora, ¿qué es beneficioso? Pues aquello que esté alineado a tus valores, o dicho de otra manera, aquello que te acerque a vivir una vida de la que te sientas orgullosa. Por ello las variables son muy amplias porque aquello que es valioso para cada persona no depende de una regla general. Ahora bien, si damos por entendido que una relación coercitiva en dónde exista alguna forma de violencia no es un escenario de flexibilidad en donde puedas crecer y desarrollarte plenamente. Más adelante en el artículo encontrarás algunas preguntas a realizarte para saber si te encuentras en una relación abusiva.
Cuando hablamos de relaciones sanas, solemos confundirlas con relaciones perfectas. Una relación sana, no es aquella donde no hay conflictos, sino la que posee las herramientas para atravesar los mismos. En una relación sana ambos miembros están interesados a trabajar por la relación, a mejorar sus debilidades ya trabajar en las dificultades.
A continuación, te presentamos algunas características que puedes analizar en tu relación de pareja para determinar si la misma está siendo saludable y de crecimiento para ambos:
Elección voluntaria: Solemos creer que el amor es una emoción que aparece y permanece de forma inmutable. No hay nada más alejado de la realidad. Si bien el enamoramiento es esa emoción que aparece en las primeras semanas y meses de una relación, donde existe ilusión, constante contacto con el otro, y una idealización de la pareja, esta no es más que una etapa pasajera, que no durará más de algunos meses. Por su parte el amor, es una elección, que se da cuando, a pesar de conocer los defectos del otro, elegimos permanecer y trabajar en la relación, teniendo la certeza de que el otro también me elige y desea trabajar en la relación.
Comunicación: Aunque tu pareja sea la persona con quien más tiempo pases y con quien tengas más confianza, él o ella no puede (ni debe) adivinar todo lo que deseas, valoras o te molesta. La comunicación entonces resulta indispensable. Ser capaz de decir aquello que te molesta, que quisieras mejorar, o que quisieras que el otro cambiara es importante para una relación satisfactoria. Es importante en este punto también considerar cómo está siendo tu comunicación. Una comunicación asertiva, es decir que es capaz de escuchar, que ve también lo positivo, que habla de lo concreto, del presente y desde lo personal, facilitará que puedas comunicarte adecuadamente con tu pareja.
Cuidado mutuo: Una relación no culmina con la boda o con los hijos. En cualquier etapa en que esté tu relación, no olvides dedicarle tiempo y cuidado. Fomentar el tiempo juntos y tener detalles de cualquier tipo, será indispensable para que ambos puedan volver a esos momentos cuando los conflictos y dificultades lleguen.
Confianza: Como mencionamos con anterioridad, el amor es una decisión que se basa en creer que el otro también está haciendo lo mejor que considera para la relación. Es aquí donde la confianza es indispensable, y donde los celos no tienen lugar. Estar en una relación sana necesariamente implica creer que ambos estamos haciéndonos bien y trabajando para crecer. Los celos suelen ser una manifestación de inseguridad en la relación y en sí mismo. Te recomendamos que si los celos están dominando tu relación, te acerques a un terapeuta para conocer las causas y trabajar en el fondo de tu inseguridad.
Respeto: Aunque esta es una característica que se encuentra intrínseca en las anteriores, es importante resaltar que el respeto a la individualidad del otro es indispensable en una relación sana. Al enamorarnos lo hacemos de una persona con identidad y vida propia, no podemos entonces al estar en una relación privar esta parte. Los amigos, la familia, son parte de esta identidad, por lo tanto para fomentar una relación sana habemos de tener respeto por estas áreas de la persona y permitir que nuestra pareja se desarrolle en las otras áreas de su vida.
También existen ciertas señales que nos advierten que la relación que estamos teniendo es dañina o poco saludable:
Cualquier comportamiento que afecte el bienestar alguno, si la relación de pareja aumenta la sensación de emociones desagradables y estas se vuelven lo más frecuente día a día, además no se puede conversar sobre ello porque te sientes culpable. Desafortunadamente no estás en un ambiente sano.
Aislamiento justificado por celos o porque una de las personas quiere tener control sobre el otro. Estar en pareja no debe llevarnos a perder el contacto con las demás personas que apreciamos, o a abandonar nuestro trabajo o estudios, ni el tiempo que nos dedicamos a nosotros mismos.
Debes prestar mucha atención a no perder tu identidad. Si cada día te sientes peor contigo mismo, que has dejado de ser tú mismo por miedo al rechazo o a la reacción de tu pareja, entonces ha llegado el momento de que vuelvas a priorizar la necesidad de volver a sentirte tú.
Si los conflictos se dan de forma constante o permanente, estás dañando tu salud mental y también la de tu pareja. Es sano reconocer cuando una relación ha llegado a este punto poco saludable.
Falta de interés, Jorge Bucay en alguno de sus libros plantea el antónimo del amor no es el odio es el egoísmo y la indiferencia mata a cualquiera.
La ausencia de las características sanas, sobre todo la falta de interés por luchar por ellas. Sobre todo de las que consideramos no negociables: ausencia de respeto, confianza, comunicación y admiración.
Cuando permanecemos en una relación con alguna o varias de las señales que hemos mencionado, se empieza a afectar nuestra salud. Eleva nuestro nivel de cortisol (hormona del estrés) y eso progresivamente daña nuestra salud física y salud mental. Las relaciones de pareja poco saludables afectan el autoconcepto de la persona, así como la confianza en sí mismo y en algunos casos hasta genera inseguridad de lo que se percibe y piensa. Se suelen asociar con depresión, aislamiento social o ansiedad, también produce sentimiento de culpa y vergüenza. También puede generar trastornos en la alimentación e incluso provocar comportamientos autolesivos. Puede derivar en comportamientos obsesivos compulsivos y producir trastornos del sueño. En determinadas ocasiones, pueden llegar a generar traumas en las personas e incluso derivar en un trastorno de estrés postraumático.
Por ello te dejamos algunas preguntas de autoevaluación que te ayudarán, ¿Hace esto tu pareja?:
¿Usa con frecuencia palabras ofensivas y acusaciones contra ti?
¿Hace bromas pesadas de ti en presencia de otros?
¿Te ridiculiza a ti o a tu familia?
¿Te insulta cuando se enoja?
¿Te echa la culpa cuando se enoja?
¿Quiere controlar lo que haces, a dónde vas y con quién?
¿Amenaza con pegarte a ti o tus hijos?
¿Te dice que los celos son porque te ama?
¿Te presiona para tener relaciones sexuales?
¿Te toma con fuerza o te levanta la voz?
Si has respondido sí a alguna de estas preguntas, podrías estar siendo víctima de violencia psicológica, por favor busca apoyo profesional.
Ahora bien, hemos hablado en el artículo de cómo construir relaciones sanas, los elementos que estas deben tener y cómo identificar patrones de respuesta que estén siendo nocivas. Nos toca hablar ahora de la otra cara de la moneda, la que muchas veces nos resistimos a reconocer. La ruptura. Y para esto, vale la pena plantearnos la aceptación de una realidad dolorosa: no todas las relaciones funcionan. Muy distinto a lo que nos han vendido las películas, que si encuentras a la persona ideal y te esfuerzas tu relación perdurará para siempre, la realidad es otra. Claro, es una realidad dolorosa, pero tenerla presente puede ayudarnos a transitar la pérdida de manera más flexible. Irvin Yalom lo plantea en una frase maravillosa: “El duelo es el precio que pagamos por tener el coraje de amar a otro.”
Con esto estamos dando por sentado que una ruptura amorosa conlleva un dolor intrínseco. Ahora bien, que sea doloroso no significa que es el fin de todo (aunque así lo sintamos). Hace poco veíamos un Tiktok de la psicóloga y sexóloga Sarah Belén (@sarahbelenolarte) en dónde planteaba algunas prácticas para afrontar de manera más flexible el dolor tras la ruptura amorosa:
Déjate sentir. Darle espacio al dolor y la tristeza es importante, sin embargo esto no significa que vayas a hacer todo lo que tus emociones te dicen o, como Sarah lo plantea, te dejes revolcarte en las ideas que idealizan a esa persona que ya no está. Aquí aplica el meme: una lloradita y a seguir.
No te abandones a ti misma. Posiblemente tras una ruptura no tengas muchas ganas de hacer las cosas que te gusten, normal, pero tampoco necesitas ganas para hacer las cosas y en este momento es importante que estés presente para ti. Ten presente que puedes hacer muchas cosas sintiendo tristeza: salir con tus amigas, tocar el instrumento musical que te gusta, peinarte y maquillarte, etc. Al final lo que debes procurar mantener es ese contacto con las cosas que te hacen bien aunque al principio sea difícil.
Redirecciona. Seguramente la persona con la que has roto la relación de pareja ocupaba un lugar importante en tu vida. Era a quien llamabas cuando tenías un logro o algo te salía mal, haciendo que buena parte de tu día estuviera llena de momentos que compartían con esa persona. Ahora que no está, ese espacio queda vacío y es importante que redirecciones eso que vivías con esa persona hacia otras personas de tu red de apoyo: llama a tu mamá, haz más planes con tus amigas, dile a un amigo que te acompañe a ese concierto,etc. La idea es que busques esa interacción en otras figuras de tu red de apoyo.